Clementina Hawarden

Yo,  Madame L., no desaprovecho el consejo de un amigo, y por ello decidí hacer caso al señor Lewis Carroll y quise concertar una cita con una de las fotógrafas que me recomendó encarecidamente: Clementina Hawarden. Cuál no sería mi sorpresa al comprobar que Lady Hawarden pasó a mejor vida hace unos pocos años, exactamente el 19 de enero de 1865.

Lady Clementina Hawarden (posible autorretrato) junto a Donald Cameron of Lochiel, ca. 1861-62.

Clementina Elfinstone Fleeming (1822-1865), escocesa de nacimiento, se casó en 1845 con Cornwallis Maude y adquirió el título de vizcondesa, mudándose poco  después de la boda a Dundrun (Irlanda), donde su marido poseía varias propiedades. Gracias a que disfrutaban de una considerable fortuna, el matrimonio y sus 10 hijos (de los cuales, 8 llegaron a la edad adulta) pudieron vivir desahogadamente, y Clementina comenzó a interesarse por la fotografía haciendo algunas vistas de paisajes con una cámara estereoscópica. Pero en 1854 adquirieron una encantadora casita en South Kensington (Londres), y será precisamente el primer piso de esta casa el que Lady Hawarden convertirá en estudio fotográfico, donde llevó a cabo la mayor parte de sus más de 800 fotografías.

No creáis que la obra de Lady Hawarden fue una rareza que solo conoció Mr. Carroll (quien, por cierto, le compró al menos 5 fotografías). El fotógrafos profesional Oscar Rejlander también admiró a Clementina, y las fotografías realizadas por esta gentil dama  fueron expuestas en la Photographic Society of London en 1863 y 1864. Las dos exposiciones, exhibidas bajo los títulos “Studies from Life” y “Photographic Studies”, respectivamente, recibieron la medalla de plata otorgada por la Sociedad londinense en dos años consecutivos.

Pero ¿qué puede fotografiar una mujer victoriana para atraer tanto interés? Pues a sus hijas, ni más ni menos.  Isabella Grace, Clementina y Florence Elizabeth son las que más aparecen en las fotografías de Lady Hawarden, siempre realizadas en interiores (el estudio de la fotógrafa) o en el balcón de su casa. A diferencia de Julia Cameron, que se centraba especialmente en el rostro de los retratados, Lady Hawarden hacía composiciones que tenían muy en cuenta el entorno en el que se situaba la figura. Por ello utilizaba diferentes elementos de atrezzo que podemos encontrar repetidos en muchas de sus fotografías, como las cortinas, un espejo de cuerpo entero, un cofre con numerosos cajones, diferentes tipos de jarrones, el característico papel pintado conocido como “empire star” y la omnipresente ventana de su estudio, junto a la cual gustaba de colocar a sus modelos.

«Clementina Maude», Clementina Hawarden, 1857-1864

«Clementina Maude», Clementina Hawarden, ca.1861-62

«Isabella Grace y Clementina Maude», Clementina Hawarden, ca. 1863-1864

«Isabella Grace», Clementina Hawarden, 1860-1863

«Clementina Maude», Clementina Hawarden, ca. 1861-1864

«Clementina Maude», Clementina Hawarden, ca. 1862-1864

Isabella, Clementina y Florence, las hijas adolescentes de Lady Hawarden, fueron retratadas por su madre luciendo sus mejores galas o, en ocasiones, con diferentes disfraces, pues la caída de las diferentes telas y los pliegues que forman sobre las figuras no estaban exentos de interés para la fotógrafa. Sin embargo, aunque algunas de sus fotografías muestran escenas que pueden estar inspiradas por alguna leyenda medieval, como ocurría con Julia Cameron y los pintores prerrafaelitas, la mayoría de las obras de Lady Hawarden no se centran tanto en contar una historia como en jugar con la luz y la composición mediante el uso de espejos y ventanas que muestran un mundo exterior desenfocado, al que pocas veces tenían acceso las damas victorianas. Recluidas la mayor parte del  tiempo en el espacio doméstico, igual que su madre, las hijas de Lady Hawarden posan muchas veces en lugares que rozan esa línea divisoria entre los dos mundos (el interior y el exterior, el femenino y el masculino, la niñez y la edad adulta) que las rodean.

Tras la muerte de Lady Hawarden, con tan solo 42 años, el propio Oscar Rejlander escribió su obituario, titulado “In Memoriam” y publicado en el British Journal of Photography (27 de enero de1865), resaltando que:

“[Lady Hawarden] worked honestly, in a good, comprehensible style …She also was in her manner and conversation – fair, straightforward, nay manly, with a feminine grace. She is a loss to photography, for she would have progressed. She is a loss to many, many friends. She is an enormous loss to a loving family”.

Parece ser, por cierto, que las  causas de la temprana muerte de Lady Hawarden están relacionadas con su prolongada exposición a las sustancias químicas que utilizaba para su fotografía, las cuales debilitaron su sistema inmune haciendo que enfermara de la grave neumonía que le causó la muerte. No lo digo por desanimar a los jóvenes fotógrafos, queridos, pero sabed que la fotografía actual es un deporte de riesgo.

Más información:

Clementina Hawarden en el Victoria & Albert Museum (biografía, estilo, método de trabajo, galería de fotografías).

Artículo web sobreLady Hawarden como primera fotógrafa de moda: WALKER, Dave, «The first fashion photographer: Clementina, Lady Hawarden».

 

Artículo en prensa sobre fotografías de Lady Hawarden presentadas a subasta: «The first ever fashion shoot? Rare 19th century prints by pioneering female photographer go on sale», The Daily Mail, 6/2/2013.

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